De la Invasión y otros breves movimientos de Juan Manuel Parada
Un libro para disfrutar con el rigor de la calma, la sensatez del silencio y el privilegio de la soledad oportuna; y es así porque es un libro lleno de personajes que acompañan a la imaginación en una tertulia de emociones y convicciones.
Cinco movimientos van definiendo esta obra, cual sinfonía que fluye entre lo clásico y lo romántico.
En el primer movimiento, una invasión nos toma por asalto, siendo Elías el primero de los personajes que nos da la bienvenida, abriendo espacios para la dinámica que nos espera en la lectura, entre luchas campesinas, sus amores, afectos, sueños, sufrimientos y victorias edificadas en lo pujante del campo. Todas estas emociones se tejen en la pluma que nos irá dando la oportunidad de descubrir en este pentagrama primigenio y que no es precisamente un adagio.
En el segundo movimiento, nos espera en la puerta un general, nos permea entre sus memorias que se debaten entre la fuerza permanente que aún en el ocaso sigue viva; y aunque parecieran rastros, no se desdibujan fácilmente, más bien se afirman en la memoria que luego termina descansando en los sueños vivos que se niegan a morir. Con este prolegómeno maravilloso, sigue un réquiem para una venganza, una despedida tácita, para llevarnos a las huellas del hambre, una narrativa que hoy seguimos abrazando entre nostalgia y angustia en nuestro pueblo, y es parte de la lucha que libramos hoy y que se teje con el plato caído y termina con el Valeroso Peña, que espero disfruten tanto como yo.
El tercer movimiento abre el telón imaginario con la aparición de la nobleza, la valentía, la dignidad, la empatía desde lo humano; y es que un payaso de hospital tiene mucho que contar y que enseñar, cuando es la vida misma plasmada en el alma de un niño que debate en su mirada la esperanza de estar bien. Este tercer movimiento es, a mi parecer, intenso, almático, desgarrante en muchos de sus momentos. Confieso que el vendedor de libros me atrapó con su aroma a café mañanero, tempranero; es una suerte de bitácora, de diario de un bohemio que luego termina entre olas y miradas cómplices entre almas y esa inmensidad que todo se lleva y devuelve quién sabe cuándo… el mar.
Al llegar al cuarto movimiento, nos encontramos con una pluma más madura, más densa, novelesca, con el gato que prevé la muerte; tal vez Óscar, el gato, tiene ese don de verdad, ¿quién sabe? Puede usted sacar sus propias conclusiones y quizá no quiera escuchar maullidos así como los de Óscar. Ellas, El Muro y Un Pecado le dan fuerza y vigor a este cuarto movimiento. Algunos pudieran coincidir conmigo cuando, al leer este movimiento, me encuentro con esos aires de la pluma de un joven García Márquez en su época de Crónica de una muerte anunciada.
Del quinto movimiento… Seré breve como su propio contenido. Una pluma aterrizada en un contexto más enfático en la convicción, en la idea política; un movimiento exquisito, realmente maravilloso, y aunque no hablaré de preferencias específicas, Tu país está feliz, La voz perdida de un joven poeta, Ofertazo y Un beso creativo, me los disfruté enormemente; en algunos momentos me brotó una sonrisa cómplice imaginando la mente del creador.
Les recomiendo un buen café, recién colao, buena música, la que más les guste.
En lo personal, sabiendo que eran cinco movimientos, me bastó la Séptima y la Novena sinfonía de Beethoven para disfrutar de esta Invasión y otros breves movimientos de Juan Manuel Parada.
Salud y buena vida.