ROBERTO BOLAÑO Y LA PERDURABILIDAD

Hablo de escritores long sellers, porque sí hablamos de escritores menos perdurables (valga la redundancia) estaremos en un vacío más grande que el de la capa de ozono.

Por Cecilio Olivero Muñoz

Según Roberto Bolaño “el mundo literario está plagado de tontos” (dicho esto en la televisión chilena), ya que se cree un grupúsculo de la gente o alguna gente corta de miras del mundillo literario que van a perdurar; y está la gran realidad que nos pone en evidencia que –dentro de unos siglos más– ni Cervantes ni Shakespeare estarán en el poso de la perdurabilidad.

Hablo de escritores long sellers, porque si hablamos de escritores menos perdurables (valga la redundancia) estaremos en un vacío más grande que el de la capa de ozono. Su novela 2666 habla de este tema (también habla sobre otras cuestiones de interés, tanto para escritores como para lectores ávidos de libros que te enganchan hasta dejarte estupefacto, ya que es la obra maestra del siglo), diserta sobre los tejidos de la perdurabilidad en el aspecto temporal en toda su extensión, porque en el mundillo literario nada es eterno.

Bien, digo esto y digo también que si el hombre tiene los días contados en el tema de lo perdurable o no perdurable: ¿durante cuánto tiempo más tenemos que seguir aguantando las publicaciones de Roberto Bolaño de literatura mala? Porque está comprobado que sus últimas novelas no son como las primeras (hecho que ocurre en la mayoría de escritores o poetas), y si digo primeras digo también primerísimas, y si digo primerísimas, y hago hincapié en pecados de juventud, y cuando digo pecados me refiero a errores como escribir una novela mala y a cuatro manos nada menos, no me tiembla el pulso para decir o pensar que cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor.

Esta novela a la que me refiero es Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, además de tener mal título la novela es mala de por sí, la escribió con Antoni García Porta (no diré que es mal o buen escritor porque solo he leído esta novela breve) en sus primeros años después de llegar a Barcelona, años de precaria situación económica. Publicó la novela una editorial pequeña llamada Anthropos (Editorial del hombre) en una colección llamada Ámbitos literarios, y ahora el sello editorial Alfaguara la publica, no sé si bajo la pulidora de algún editor; el caso es que la publican bajo el subtítulo de Diario de bar, seguramente ha pasado por maquillaje, o en su caso, mesa de operaciones por algún cirujano plástico, ya que cuando yo la leí en su primera edición con la antigua editorial era un texto infumable, pero ahí andaba paseándose por las bibliotecas. Ahora se publica todo lo que huela a Roberto Bolaño. La famosa cantante y poeta Patti Smith le dedicó un poema llamado «Hecatombe» y se confiesa lectora de 2666, obra para ella preferible antes que Los detectives salvajes.

Se hacen documentales, se organizan simposios, se publica en revistas literarias, se redactan artículos en suplementos de periódicos, y es que –todo hay que decirlo– Roberto Bolaño escribía en sus últimos textos muy bien, inmejorable.

Imagínense si no hubiera muerto; por eso la vida resulta una broma macabra cuando tratamos de hablar sobre un tema como es la perdurabilidad y acabes siendo su hijo predilecto.

Es normal que ahora las editoriales, gente del cine, periodistas, académicos, catedráticos, estudiantes, etcétera, se interesen por él; digamos que él solo ha creado escuela e industria. Y, en fin, ha acabado perdurando diciendo su última palabra. Nada ni nadie es eterno. Ya lo dice mucho mejor el Eclesiastés.